Nuestro mayor deseo como personas en relación con nuestro clan es sentirnos pertenecientes al mismo y, a veces, este sentir se hace difícil.
Es por ello que, muchas veces, tenemos la necesidad de hacer méritos para ganarnos un sitio en la familia, lo que es totalmente innecesario, pues ya desde la concepción tenemos nuestro lugar propio.
De esta manera, y por «amor ciego», tendemos a seguir e imitar de manera inconsciente el destino de nuestros antecesores, sea cual sea. A esto se denomina en sistémica la Buena Conciencia.
Por el contrario, la Mala Conciencia se refiere a la transgresión de esa conciencia familiar a favor del proceso de individuación personal, reconociendo nuestra propia fuerza y nuestro potencial a todos los niveles.
¿Te atreves con ello?